Las suscripciones dominan cada vez más, pero alquilar un sistema operativo podría ser el límite para muchos.
Retrocedamos un momento en el tiempo.
En los años 80, hablar de computadoras conectadas era casi ciencia ficción. Internet era un término desconocido, y la idea de la “nube” no existía. Sin embargo, Sun Microsystems, una empresa pionera en tecnología, imaginó un futuro diferente. En 1984, John Gage, uno de sus responsables, acuñó el lema que resumía su visión: “The network is the computer”.
Aunque revolucionario, pocos comprendieron su significado en una época donde los PCs apenas empezaban a ganar terreno. La conexión en red era algo limitado a empresas, y la idea de un ordenador dependiente de un servidor remoto parecía impráctica. Años después, Oracle —la misma empresa que terminó absorbiendo a Sun— presentó otro concepto similar: el thin client o “cliente ligero”.
Thin Clients: una idea adelantada a su tiempo
El thin client era básicamente un terminal “tonto” que delegaba todo el procesamiento en servidores remotos. Aunque funcional en teoría, la idea nunca prosperó. Los usuarios querían controlar sus propios equipos, tener sistemas operativos y aplicaciones locales. La autonomía era clave.
Pero ahora, décadas después, Microsoft está reviviendo esta propuesta con su nuevo dispositivo, el Windows 365 Link, un miniPC de $349 diseñado para operar con Windows 11 en la nube a través de Windows 365.
¿Por qué un miniPC en la nube?
Para empresas, esta solución parece práctica. Gestionar cientos o miles de PCs con configuraciones únicas puede ser un desafío enorme para los equipos de TI. Windows 365 Link simplifica la tarea al centralizar todo en un sistema operativo en la nube. Los dispositivos individuales solo necesitan conectarse a un escritorio remoto, eliminando la complejidad del mantenimiento local.
Desde el punto de vista técnico, tiene sentido. Administrar una única instancia del sistema operativo, en lugar de cientos, facilita las actualizaciones y mejora la seguridad. Es un guiño directo a los thin clients del pasado, pero con el respaldo de tecnologías más avanzadas y una infraestructura global.
El problema no es la tecnología, son las suscripciones
Aunque la propuesta tiene ventajas operativas, no todos ven con buenos ojos la idea de depender de Windows como un servicio por suscripción. La “fatiga de las suscripciones” es real: desde plataformas de streaming hasta herramientas de productividad, el modelo de pago recurrente está saturando a los usuarios.
Además, una vez que una empresa establece un modelo de suscripción, suele venir acompañado de aumentos graduales en los costos. Es algo que ya hemos visto con servicios como Netflix o Spotify, y Microsoft no sería la excepción.
Para la empresa, esta estrategia es muy atractiva. Windows 11, con una cuota de mercado del 35,8%, sigue detrás del veterano Windows 10, que domina con un 47,25%. Transformar Windows en un producto de ingresos recurrentes, como lo hicieron con Office 365, parece ser su objetivo final.
¿Estamos listos para alquilar Windows?
La propuesta de Microsoft plantea varias preguntas clave:
- ¿Queremos suscribirnos a un sistema operativo?
- ¿Hasta qué punto las empresas están abusando del modelo de suscripción?
El debate no es solo tecnológico, sino ético y práctico. Mientras algunos pueden ver en esta solución una evolución lógica, otros la perciben como un exceso más de la era de las suscripciones.
La respuesta dependerá de si los usuarios están dispuestos a ceder aún más control y autonomía a cambio de conveniencia. En cualquier caso, Microsoft ha lanzado una propuesta que nos obliga a reflexionar sobre el futuro de la informática personal.